jueves, 3 de enero de 2008

Esbozo

Nicolas Vercesi*

Con cierta timidez mis manos se acercan a vos, buscando ese sentimiento que tanto se suele prometer en estas situaciones. No llegan a tocarte aún, es que los miedos a la expresión que ese contacto provocaría evocan antiguas inseguridades tan presentes ahora como en esa oscuridad de la que surgieron por primera vez. Te miro, nuevamente. Pareces igual a tantas otras, pero a la vez prometes ser tan distinta. Tu estructura desplega esa perfección que pocos podrían haber diseñado pero que muchos intentan honrar, en el tiempo, en el aire. Respiras y todo se convierte en melodía y armonía, en brisa que acaricia las inspiraciones. Muchos lo han intentado, ese acercamiento que ha terminado en abandono y desarraigo. Los maltratos que recibes, sin embargo, no logran opacar esa belleza que vuela alrededor tuyo cada vez que hacés sentirte y que de alguna manera también sentís.Comencé a conocerte, de a poco, y me gustás. Emociones me provocan acercarme cada vez más a vos, pasar más tiempo a tu lado. Pero de a poco todo se diluye y a pesar de que me ayudás mucho a conocerme, a expresarme, un poco me alejo, no sé bien por qué.Me duele y a vos también , no podés hacer nada , solo mirarme con recelo reclamandome más atención. Me acerco y te vuelvo a tocar, esta vez más inseguro que aquella primera vez. He descubierto, que mis caricias no son tan suaves para vos como yo lo había soñado, y me duele un poco tu dolor. Será incapacidad de expresión o quizá no merecimiento de tal sentimiento que intentaste compartirme. No logro conectar tus sensibles extremidades con mis toscas manos, que en vano dibujan pobres bosquejos de corazones en tu marfil amarillento, descuidado. Y lloras ese desencuentro que tanto habías anhelado no ocurriera, cuando por primera vez nos conocimos. Vuelvo mi espalda y evito tu rostro que se opaca poco a poco bajo la tristeza de una tarde que es como todas las que te dejo en soledad. No es que no lo intenté, ya que vos bien sabés que lo hice, pero es inútil evadir simples verdades. No te merezco, no soy digno de tu inexplicable belleza detrás de tanta melancolía y murallas de roble tan fuertes como tus cabellos. Esos cabellos dorados que alguna vez cuidé y con tanta dedicación quise hacer míos, claros. Ahora escondidos, esperan con pocas esperanzas recibir aquél trato que les dí, una vez más.No quiero dejarte sola, desolada. Podés quedarte aquí conmigo, prometo estar cerca de vez en cuando, es verdad que a veces necesito sentarme a tu lado y escucharte hablar y cantar. No es egoísmo, solo creo que estarías mejor aquí, conmigo.Cerca y lejos. Quizás, alguna vez, intente dibujar bosquejos de corazones en tu marfil amarillento y los trazos concluyan en algo más que una triste y desgarrada melodía.

*Miembro de Centro de Estudio de los Intereses Nacionales Filial Santa Fe.
http://www.ceinsantafe.blogspot.com/

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