viernes, 7 de marzo de 2008

Mientras el patriotismo nos falte


Por Alberto Asseff (*especial para CEIN Tucumán)

Tenemos de todo y sin embargo nos embarga la sensación, cada vez más cercana a la realidad, de que paulatinamente nos falta más. Paradoja crecientemente turbadora. Ensayamos el neoliberalismo y con la proverbial pendularidad retornamos a la mano del Estado. Empero, no arribamos a ese huidizo estadio de equilibrio, certidumbre, placidez. La esperanza se nos escurre y la confianza se desvanece, más allá de índices macroeconómicos para cierto aliento.

Somos pocos y no obstante nos mostramos casi ingobernables, plagados de ascendente conflictividad social. Hasta el punto trágico que un título periodístico alarmaba con "en la ciudad de Santa Fe los diferendos vecinales se resuelven a los tiros". Donde hay diez es casi inexorable que se gesten cinco o quizás más opiniones distintas. Nos cuesta un Potosí asociarnos, a pesar de que cuando lo hacemos solemos ser competitivos y hasta victoriosos.

Disponemos de colosales presupuestos para Salud, Justicia, Educación, burocracia –insufrible y desidiosa-, asistencia social y otros. Subsidiamos con supermillones al transporte urbano metropolitano. Pero todos estos sectores vitales disfuncionan o son insuficientes y el conjunto padece obsolescencia. Es como si nuestros recursos -de por sí escasos como en todos los lares- fuesen devorados por las anchas bocas del malgasto, del despilfarro y de la gestión sin pericia alguna. Sin profesionalidad ni actitud. Es decir, con limitadísimas ganas de hacer y de servir.

Tenemos un ampuloso organismo para combatir la droga y otras adicciones, pero nuestros chicos se apilan -ni siquiera sólo los sábados- hechos piltrafas en esquinas y puertas de antros, molidos moral y físicamente por los venenos que circulan con infinita libertad, tanto como nunca, ni un su quinta ensoñación, habría imaginado Juan Jacobo Rousseau ni ninguno de sus congéneres adalides de los derechos y de las libertades.

Nos morimos en las rutas y calles que aparecen dominadas por el demonio de la absoluta falta de ley y respeto. Y mostramos que nuestra respuesta es tenue, tan frágil que resulta invisible. Contestamos a un drama con la nada. Es una singularidad penosa de nuestra Patria.

Por doquier se producen ilegalidades. Lisa y llanamente se viola la ley. Se lo hace sin antifaz y sin hipocresía. Somos transgresores y estamos casi alardeando. Ufanándonos. A pesar de esta hiriente realidad, que es el cáncer de una Nación verdadera, nuestra réplica es confesar que no podemos organizar la vida colectiva. Los cauces normativos están absolutamente desbordados y sólo atinamos a reconocer nuestra impotencia.

De la política -la madre rectora si aspiramos a encauzar lo colectivo de la Argentina- mejor decir sólo una línea. Está tomada por un tumor. Nuestra tibia propuesta es otra vez darle una mano de maquillaje, de ninguna manera yendo a la sustancia del mal.

La inseguridad a raíz de la mano armada delictiva es despiadada y azotante y la corrupción por la de guante blanco es descomunal. Nuestra reacción oscila entre la inenarrable impunidad y la resignación.

El poder central es robustísimo como nunca lo pensó Alberdi, aunque lo quería fuerte. Pero el interior es anémico, con signos irritantemente parecidos a los africanos en muchos sitios. ¿Qué hacemos ante este cuadro? Más Casa Rosada y menos autonomía federal.

¡Para qué seguir!

¿Me atrevo a un prediagnóstico? Creo que nos falta sentido de Patria. Nos falta amor por lo común y lo nuestro.

Se invocó falsa, falaz, oprobiosamente al patriotismo en algún pasado de facto. Pero no por esas ominosas mistificaciones se debe inhumar a lo único que puede ayudar a nuestro resurgimiento: amor por lo nuestro, desde nuestra gente hasta nuestra tierra, con su cultura, sus leyes, sus maestros, su agro, su industria, su convivencia, sus ilusiones individuales y colectivas. Creo que el problema argentino es el desamor por la Argentina. Mientras el patriotismo nos falte todo nos será más que difícil, cuesta arriba.

*Presidente de UNIR
Unión para la Integración y el Resurgimiento.

Miembro del Consejo Académico del C.E.I.N
pncunir@yahoo.com.ar

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