viernes, 7 de marzo de 2008

Satori


por Nicolas Vercesi.*

Sabe que está solo al sentir el frío bajo sus pies correr, pero no lo preocupa. Quizá su condición lo ayude a descubrir aquello que tanta gente nunca podrá descubrir y es por eso que la calma no logra perturbarlo. Sin embargo, no puede evitar anhelar por ciertos momentos ser parte de esa otra realidad ajena a él, esa realidad que inunda su alrededor pero no logra tocarlo. Es que esa realidad parece tan placentera y tan cómoda, que se cuestiona si formar parte de ella no sería lo ideal para que su sonrisa no escape a las demás miradas y para que no importe que esas miradas sean verdaderas o no.

Pero ese anhelo no es tan fuerte como para aplacar la angustia que le genera tal disyuntiva. Y aunque la calma no logre perturbarlo, el temor de que esta calma se prolongue indefinidamente sí consigue despertar cierta inquietud en la superficie de sus ojos. No es problema, nadie lo mira a los ojos últimamente, es por eso que nadie notará su inquietud. Se desliza entre la gente intentando adivinar en sus caras la misma inquietud que la suya tan absurdamente refleja. No tiene sentido. ¿Es acaso él, el único que entiende lo que está sucediendo?, ¿O tampoco es capaz él de distinguir esa inquietud en los demás? No importa. Nadie lo entendería. Ni él cree poder entenderlo.Intenta recordar si tenía que encontrarse con alguien. Difícilmente

*Miembre del CEIN Santa Fe

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