jueves, 13 de septiembre de 2007

Paraguay: Una cuestión de percepción


Hugo Vera Ojeda*

Según encuestas realizadas en el país, el común de los paraguayos sigue prefiriendo la dictadura antes que a la democracia. ¡Terrible sentencia!
La justificación ante semejante distorsión del sentido común, es que supuestamente en la dictadura (haciendo alusión a la stronista) se vivía mejor y supuestamente había más seguridad.
Cuando apareció un dirigente como Lino Oviedo, con tendencia fascista que ofrecía silla eléctrica para los criminales o que haría alinear como velas a la prensa, la gente parecía delirar ante estas propuestas y lo mas chistoso de esto es que seguramente ni esa persona lo habrá dicho en serio, sino como hábil político y sabiendo la tendencia, lo habrá dicho de puro demagogo.
Pero esto no pasaría de ser una simple anécdota de no ser tan repetitivo hasta hoy día, no hace mucho un movimiento caracterizado con el régimen stronista llenó casi todo un barrio de adherentes. Otro político no menos vivo y perceptivo, como el actual Presidente, sale ampulosamente a discursear con un tono de macho cabrio, amenazando con aniquilar la corrupción como sea y garantizaba que pulverizaría nada más y nada menos que la Suprema Corte de Justicia porque estaba infestada de corruptos según dijo y aunque si bien hizo cambios en la Corte, fue a su medida para obtener abiertos favores de ella.
La percepción que tuvo este Presidente de lo que la gente quiere, se delata en el eslogan que lo catapultó a la Presidencia de la República, “firmeza y patriotismo”, “al paraguayo le encanta andar a las patadas y es un Nacionalista acérrimo” se habrá confesado el Dr. Frutos. Nunca dije que fuera entupido, es más, últimamente estaba queriendo copiar la actitud que tuvo el “único líder” como le decían a Stroessner, cuando en el 67 alegremente hizo modificar la Constitución Nacional para empotrarse hasta que los cañones, que lastimosamente esperaron demasiado, le dijeran basta.
Sin embargo, demasiada agua deberá pasar bajo el puente para que tengamos una actitud menos sumisa, la de querer dejar nuestra libertad en manos de un tirano por una simple percepción de seguridad, muchísimos extrañan aun al último. A veces hasta quiero creer la historia que me contó una amiga judía, que no tuvimos la suerte que tuvieron sus ancestros que deambularon cuarenta años por el desierto antes de ver la tierra prometida, hasta que muera el último de los que vivieron bajo el régimen totalitarista del Faraón Egipcio, incluido el propio Moisés, quizás por que Dios no quiso que nadie extrañara a un tirano y quería que su pueblo sea realmente libre y que no este contaminado del veneno de la “percepción de seguridad”
Sabido es la habilidad en el arte de la demagogia del Presidente paraguayo, pero lo ultimo paso de lo risible a lo desopilante, seguramente inspirado en el supuesto giro latinoamericano hacia la izquierda, ha condenado a “los neoliberales y adoradores del mercado”
Creo que cualquier intento de empequeñecer semejante disparatada, empequeñece a sus autores como decía Atilio García Mellid, pero mas allá de lo errático de estas afirmaciones, que al igual que Lino Oviedo, no creo que esto sea realmente el pensamiento del Presidente, sino su habilidad de decir lo que el común de la gente quiere escuchar. Quizás en el fondo le retorcían las tripas o quizás no.
Pero el punto es el siguiente, la gente seguirá teniendo la triste idea de que empeñando la libertad por la seguridad estarán mejores, cuando sabemos que en realidad se pierden ambas, tanto la seguridad como la libertad, talvez por que la oferta siga siendo solo esa, pocos son los que ofrecerían en una campaña política “esfuerzo individual” pues el “toma” sigue siendo muy tentador para ambas partes.
El hecho de jugar con las percepciones no ocurre solo en Paraguay ni tampoco pertenece exclusivamente a nuestra época, quizás siempre fue así. Los romanos decían “panem et circense” pan y circo y repartían literalmente pan en los circos Romanos y solo por esto la gente tenia una percepción de abundancia y alegría, cuando realmente solo se lo maquillaba, es decir hablaban el idioma que el común quería escuchar y sentir, por mas que en el fondo sabían quizás que era un sueño.
En Venecia, siglos atrás apareció un alquimista extranjero, ofrecía sacar de la miseria a ese Estado con una supuesta formula mágica que convertía las cosas en oro y para la época en que, a pesar de que se escuchaba mucho sobre el tema, nadie lo había comprobado realmente, esa noticia dio una percepción de alivio a miles. El mismo era un vendedor de sueños, un gran conocedor de la gente sin dudas, pues ¿quien es el que quiere escuchar la dolorosa realidad?, quizás si en ese momento aparecía alguien, como dice Robert Greene en su libro Las 48 leyes del Poder, que dijera técnicamente cuales eran los verdaderos problemas de Venecia, talvez lo colgaban allí mismo.
Seguramente que muchos amigos “socialistas” se ofendan por esto, pero la base de esta ideología es precisamente como la del negocio de aquel alquimista; vender sueños…. ¿Quien es el justo que en arca abierta no peca? ¿Quien es el Dios que distribuirá equitativamente las riquezas? y por sobre todo, de donde saldría esa riqueza? Pero los dirigentes que se nutren de esta ideología, como buenos sofistas seguro le dan poca importancia a esa realidad, si después de todo, lo que importa realmente es convencer o dicho de otra forma; la percepción . Sueños, sueños son, decía Calderón de la Barca , pero quizás haya olvidado mencionar lo mas importante de ello, a pesar de que los sueños, sueños son, que fácil resulta venderlos.


* Hugo Vera Ojeda es abogado y director de la Fundación Libertad de Paraguay.
www.hacer.org
Hacer - Washington DC (Estados Unidos)

No hay comentarios: