martes, 9 de octubre de 2007

Un funcionario se va a la casa: la experiencia americana

Francisco de Zavalia*

Si bien en la Argentina hay muchos funcionarios públicos que día a día sirven a los ciudadanos con tesón y empeño, a cambio de un sueldo mediocre, lo cierto es que, en general, no podemos ufanarnos de nuestros funcionarios.

El señor de la izquierda se trata de Paul Cassel, un juez norteamericano que recientemente renunció a su cargo.

Como argentino, cuando leí la noticia esperaba encontrarme con un escándalo de coimas. Por eso me sorprendieron sus razones para dejar el cargo; en su carta de renuncia, dirigida al presidente Bush, dijo:

“… Finalmente no sería honesto de mi parte callar que una de las razones para mi renuncia fue la falta de una perspectiva clara respecto de los sueldos a los jueces. Con tres talentosos hijos que pronto asistirán a la universidad, se nos hace difícil a mi mujer y a mí realizar el correspondiente planeamiento financiero. Como usted sabe este año los jueces federales ni siquiera recibieron un aumento que compense la inflación. Su propuesta para aumentar los salarios judiciales aun no fue aprobada por el congreso. Me gustaría poder proveer a mis hijos con las mismas oportunidades académicas que yo recibí; esto es extremadamente de lograr con el sueldo de un juez. Con mi mujer hemos llegado a la conclusión de que no podremos lograr lo que siempre planeamos para nuestros hijos a menos que yo realice ciertos cambios…”

Cierto es que los funcionarios argentinos no son todos corruptos; tampoco todos los funcionarios americanos se distinguen por su virtud. Y, sin embargo, hay algo de commovedor en leer acerca de la renuncia de un juez que nada tiene que ver con presiones políticas o escándalos de corrupción.

Aunque siga siendo triste que un hombre aparentemente capaz y honesto tenga que abandonar la función pública porque el estado no puede retribuirle como corresponde.

*Abogado. Miembro de CEIN TUCUMÁN

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