miércoles, 31 de octubre de 2007

Ganaron, perdimos


por Malú Kikuchi*

Argentina, domingo 28 de octubre 2007, elecciones presidenciales, resultados. Cristina Fernández de Kirchner, Frente para la Victoria, 44,9% de los votos. Elisa Carrió, Coalición Cívica, 23 %. Roberto Lavagna, UNA + UCR, 16,9 %. Alberto Rodríguez Saa, FREJULI, 7,7 % (96% de las mesas escrutadas). Los demás candidatos (10), de derecha, liberales, de izquierda y de centro, hicieron una lamentable elección, todos por debajo de los 2 puntos.

Estos porcentajes se dan sobre un padrón real de votantes de 8.156.000. Sólo votó el 71,47% de los inscriptos (la menor cantidad de votantes desde 1928) y la suma de anulados y votos en blanco alcanzó el 6% (información de Jorge Raventos). A Cristina la votó el 29% del padrón. Pero ganó.

Las quejas sobre irregularidades cometidas durante el comicio, en particular en zonas del conurbano bonaerense, están debidamente denunciadas ante la justicia por todos los partidos afectados.

La candidata oficial, hoy Presidenta electa de la Nación, nunca debatió con ningún otro candidato, dio sólo 4 notas a 4 muy elegidos periodistas, nunca nombró el tema inseguridad ni habló de la inflación. Hizo la campaña en las grandes capitales del exterior y nunca caminó el país. A pesar de todo, fue electa. Heredará a su marido, el actual Presidente Kirchner, el 10/12/07.

Se podrá alegar que hubo fraude, pero esta vez, los encuestadores no se equivocaron. Se podrá alegar, y es cierto, que el gobierno dilapidó los dineros públicos en la campaña oficial. Los demás candidatos no dispusieron de esos dineros. La prensa fue mayoritariamente complaciente con la candidata oficial, por convicción, o por presión o por remuneración. Se podrá alegar que Cristina tuvo todo a su favor para ganar la elección. Es cierto. Y ganó.

Se podrá alegar que la “caja” Rosada aumentó el gasto público justo antes de las elecciones. Es cierto. Se podrá alegar que aumentaron las jubilaciones, una limosnita, pero algo es algo, justo antes de las elecciones. Es cierto. Se podrá alegar que se jubiló, sin aportes previos, a más de un millón de personas, casi todas en el conurbano bonaerense. Es cierto. Y Cristina, la candidata oficial y mujer del Presidente, ganó.

Hay más trabajo y la economía ha mejorado desde el desastre del 2002. Hay más razones, muchas más, para explicar el triunfo de Cristina. No vale la pena contabilizarlas. Con trampas, o con mañas o con total honestidad, la verdad es que Cristina, ganó. Ha llegado el tiempo de preguntarse qué es lo que está haciendo mal la oposición. Sin un buen diagnóstico, es imposible curar la Argentina.

Algo se está haciendo mal, muy mal. Desde la derecha hasta la izquierda, la oposición está cometiendo errores garrafales. Los que piensan parecido, son incapaces de bajarse de sus egoísmos y de sus ambiciones personales para sumarse en un proyecto común. Todos son generales, muy pocos tienen ejércitos que los sigan. No es razonable que de los 14 candidatos a presidente, 10 no llegaran al 2% de los votos.

De los 13 candidatos de la oposición, desde todas las ideologías, ninguno ha sabido encantar, seducir, convencer, dar razones inapelables para ser elegidos. Ninguno de ellos, ni los más votados, pudieron enfocar el discurso de campaña de manera tal que los ciudadanos no pudieran dejar de votarlos.

Ni siquiera pudieron explicarles a los que se abstuvieron, que votar, más allá de la obligación constitucional, es un hecho privilegiado. A la humanidad le ha costado siglos de muertes, torturas, esclavitud, cárcel y vejaciones, el poder llegar a ese maravilloso momento en que una persona puede elegir, en libertad, al político que pretende que lo gobierne. El hecho de votar es un privilegio. Desestimarlo, es una falta de respeto por todos aquellos que a lo largo de los años, sufrieron y murieron para hacerlo posible. Es una falta de solidaridad para con la historia de la especie humana.

Del lado de los periodistas y comunicadores que no simpatizan con el gobierno, es obvio que no hemos encontrado las palabras adecuadas para llegarle a la gente. Hemos hablado de la burla ejercida en desmedro de la Constitución Nacional, de la inexistencia de la división de Poderes, de la desaparición de la República. Nada de eso le ha llegado a la gente.

Hemos hablado de los superpoderes anticonstitucionales, de los $50.000 millones gastados por el Ejecutivo, sin tener que dar explicaciones. Hemos hablado de los escándalos de las valijas con 60 kg. de cocaína en Barajas (Madrid) y de los US$ 20.000 millones de los chinos que nunca llegaron. Hemos hablado de los subsidios sospechosos y sospechados de Ricardo Jaime. Hemos hablado de los sobreprecios de la obra pública, que involucran a De Vido. Nada de eso le ha llegado a la gente.

Hemos hablado de la bolsa con dinero olvidada en el baño ministerial de Felisa Miceli. Hemos hablado de los US$ 800.000 contrabandeados por Antonini Wilson. Hemos hablado de SKANSKA y los demás gasoductos con altísimos sobreprecios. Hemos hablado de la inseguridad creciente y alarmante. Hemos hablado de las mentiras del INDEC y las verdades de la inflación. Nada de eso le ha llegado a la gente.

No sabemos como hacerlo. No encontramos la manera, la forma adecuado para que comprendan el mensaje. Es como si habláramos idiomas diferentes. Y la responsabilidad es nuestra si no nos hacemos entender. Y si hablamos de cosas que no les importan, o no saben cuan importantes son para que mejore su calidad de vida, también es responsabilidad nuestra el que no estén debidamente preparados.

Todos los argentinos declaramos que la educación de los otros nos importa. No sé hasta qué punto es cierto. La educación nos importa si es para nosotros, no si es para los otros. Aquellos a los que acusamos de votar a favor del gobierno por un plan, por un colchón, un inodoro o un electrodoméstico, son responsabilidad nuestra. Que un voto tenga precio, es responsabilidad de todos los argentinos.

Debimos empezar, ayer. Empecemos, hoy. Mientras le deseamos de corazón a Cristina Fernández de Kirchner que haga un buen gobierno para todos nosotros, porque Argentina es el lugar en el que elegimos vivir y donde viven nuestros afectos, pongámonos a trabajar. Consolidemos una oposición que nos represente, que sume, y asuma su lugar con propuestas y probabilidades. Encontremos un idioma común con los argentinos que no piensan como nosotros. Trabajemos para convencer a los otros que vivir de acuerdo a la CN mejora la calidad de vida de todos.

No son los otros, somos nosotros. Hacernos cargo de nuestros errores será el primer paso. El 2009 está cerca. El 2011, llegará. De nosotros depende cómo, en qué forma y con que probabilidades, llegará.

*periodista.

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