martes, 3 de julio de 2007

Clases de Supercherias




Por Isaías Marín de la Fuente*

Antes de empezar a leer este artículo tómese el huevo izquierdo, toque madera, levante los pies y no se ponga los anteojos sin antes haberse lavado las manos. Con todas las cabalas que tengo, y llevo antes de rendir y que voy acumulando, seguramente, el día q me reciba voy a tener q llevar una mochila aparte. Hay cabalas que son individuales y otras sociales. Veamos unas cuántas y su significado:
Cruzar los dedos: Cuando se formula un deseo, se dice una mentira o se encuentra uno ante un peligro, es costumbre cruzarlos dedos, concretamente el mayor sobre el índice. El gesto, que evoca una cruz, conjura la mala suerte y aleja las influencias maléficas, según los supersticiosos. Desde los primeros tiempos del cristianismo se creía que, replegando el pulgar bajo los otros dedos, se alejaba a los fantasmas y malos espíritus, o bien haciendo esa operación con las dos manos y dejando que el pulgar asome entre el índice, dedo consagrado a Júpiter, y el mayor, dedo del pecado dedicado a Saturno. La suerte de la pata de conejo: La extraña tradición de llevar una pata de conejo en el bolsillo para atraer la suerte no nace de este animal, sino de la liebre. En las regiones medievales de Europa existía la creencia de que las brujas se transformaban en liebres para sorber la leche de las mujeres que habían dado a luz. ¿Pero cómo nace esta creencia? Antiguamente, las cabras, vacas, cerdos, liebres y otros animales de granja entraban libremente en la casa de sus amos, ya que la familia aprovechaba su calor corporal para protegerse del frío invernal. Los campesinos criaban liebres para comérselas y las cuidaban con esmero y cariño. De hecho, por ejemplo, los antiguos britanos pensaban que estos animales eran criaturas mágicas que incluso había que evitar ingerir. Poner la mano delante de la boca al bostezar: El gesto actual de taparse la boca cuando bostezamos no obedece sencillamente a la intención de guardar las formas, esconder la dentadura o el deseo de no difundir los gérmenes, sino que tiene un significado más profundo. En el libro Superstitions oÍ Ireland, de Sperenza Wilde se puede leer que hacer la señal de la cruz delante de la boca al bostezar impedía que el diablo se introdujese en el cuerpo y estableciera en él su morada. Es por esta razón por lo que las madres cerraban la boca del bebé o hacían la señal de la cruz delante de ella cuando lo veían bostezar. De esta costumbre ancestral deriva el gesto actual de taparse la boca. Levantarse con el pie derecho: La tradición dice que, para que el día no se tuerza, hay que apoyar en primer lugar el pie derecho. La respuesta a esta costumbre podría hallarse en el mundo de los pescadores. Durante el siglo XIX, ningún pescador en su sano juicio subía a bordo por babor, es decir, el costado izquierdo del barco, aunque resultara incómodo hacerlo por estribor. Parece ser que la superstición nace de la noción de que cualquier cosa zurda era antinatural una idea que se basa en que la mayoría de los seres humanos son diestros. Por regla general, todo k que se refiere a la derecha es calificado de favorable por los supersticiosos, quizás alentados por la tradición bíblica, que dice que la derecha corresponde al camino del Paraíso y es la posición en la que están sentados los elegidos por Dios. La izquierda representa el reverso de la moneda. Los romanos, por ejemplo, hacían presagios observando el vuelo de los pájaros: los que lo hacían hacia este lado eran de mal agüero. De hecho, en latín, izquierda se dice sinester, que dio origen al adjetivo siniestro. Tocar madera: Durante muchos siglo antes del cristianismo, lo pueblos célticos de Europa rendían culto a los árboles por considerarlos los templo de la santidad y la principal presentación de los dioses era la Tierra. El árbol servía como medio para enviar la dolencia, o el mal a la tierra. También se recurría a este vegetales la mala suerte visitaba a un hombre bajo la forma de demonios o si iba a librarse una batalla. En estos y otros casos el sacerdote druida celebraba una serie de ritos y ensalmos en las llamadas enramadas sagradas, lugares que equivalía a las modernas iglesias. Hay, además, quien dice que las supersticiones referentes a la madera también nacen del material con el que está hecha la cruz de Jesús. Resultado de estas creencias es nuestra costumbre de tocar madera como signo de la buena suerte, ya que ésta atrapa al espíritu maligno lo hace caer a tierra. Abrir el paraguas dentro de casa: Ningún supersticioso tendría jamás la osadía de abrir un paraguas dentro de una casa. El origen de este temor se remonta a la época en que los reyes orientales y africanos lo usaban sólo a modo de sombrilla para protegerse de los rayos solares. Debido a su conexión con el astro rey y porque también su forma simboliza el disco solar, abrirlo en un lugar sombreado, fuera de los dominios del Sol, era considerado un sacrilegio. Es probable que la superstición se reforzara cuando los paraguas llegaron a Europa y empezaron a ser empleados casi exclusivamente por los sacerdotes en los oficios de los difuntos, sin otro fin que protegerse de las inclemencias del tiempo. Vestir de negro en los funerales: La antiquísima costumbre de vestir de negro en los funerales, muy extendida en toda la cultura occidental, pretende significar una manifestación de respeto hacia el difunto. Sin embargo, la procedencia de esta tradición no está tan clara. Distintos estudios antropológicos coinciden en señalar como su posible origen el miedo ancestral de los vivos a ser poseídos por los espíritus de los muertos. Así, en los ritos funerarios los hombres primitivos pintarían sus cuerpos de negro para impedir, al quedar camuflados, que el alma del fallecido encontrara un nuevo cuerpo donde asentarse. Esta hipótesis es corroborada por el hecho de que los habitantes de ciertas tribus africanas cubran su piel con cenizas blancas en los funerales, escondiendo así el color negro de su epidermis a la vista de los espíritus. Algo parecido sucede también en la India, donde tradicionalmente el color del luto es blanco, en contraposición a la tez morena de sus habitantes. Romper un espejo: Las supersticiones relativas al espejo se cuentan entre las más citadas en todo el Occidente cristiano, quizás por su uso adivinatorio. La catoptromancia, es decir, el arte de adivinar por el espejo, procede de Persia y, aunque tuvo un relativo éxito durante la antigua Grecia y la Edad Media, fue duramente perseguida por la Iglesia. Es probable, sin embargo, que estas supersticiones obedezcan a la idea de que nuestro reflejo es otra versión del original y, si causamos desperfectos en el espejo, nos hacemos daño a nosotros mismos. Así, dañar el espejo es hacer lo mismo con el alma, y aquí es donde entra la superstición de que la rotura de un espejo trae mala suerte durante siete años. Este período se debe a la creencia de que el cuerpo experimenta un cambio en la constitución fisiológica cada siete años. La herradura colgada en la puerta: Procedente de Italia, la creencia de que las herraduras atraen la buena suerte era muy tenida en cuenta por la gente de los pueblos. Clavada o colgada en una puerta, este objeto atraería las energías del cielo. La herradura simboliza la fuerza del caballo y su enorme utilidad, al menos en tiempos pasados, en las labores del campo y en las guerras. Vuelta al lado derecho y en posición horizontal representa la C, inicial de Cristo. Derramar la sal: Mala suerte, si esto le ocurre al manipular el salero, a menos que se apresure a tomar una pizca y arrojarla por encima del hombro izquierdo “directamente a la cara del diablo”. Porque éste es el sitio desde el que Pedro Botero, es decir, el diablo, espera paciente a que nuestra naturaleza pecadora renuncie al alma para siempre. La sal arrojada no tiene otro fin que cegarlo temporalmente, para que el espíritu tenga tiempo de volver a quedar afianzado por la buena suerte. Desde la Grecia antigua, la sal ha tenido un gran poder simbólico: procede de la Madre Tierra, del mar; las lágrimas y la saliva son saladas, y conserva, condimenta y enriquece los alimentos. El gato negro: En el mundo del misticismo, los gatos son portadores de un poder mágico infinitamente superior al del hombre. Con toda probabilidad, esta antigua creencia deriva de la adoración a la diosa egipcia Bubastis, que tenía forma de gato. Los egipcios estaban convencidos de que los gatos poseían alma, y prueba de ello son los restos momificados de estos felinos, que se cuentan por miles, hallados en las excavaciones arqueológicas. En la Edad Media, las brujas convirtieron al gato negro en un elemento imprescindible para efectuar sus rituales y hechizos. Hoy en día, los supersticiosos temen al gato negro que se cruza en su camino. Este hecho representa con claridad el conflicto que existía entre la Iglesia, la cruz y las prácticas paganas de la brujería. Pasar por debajo de una escalera: Esta y otras supersticiones asociadas a las escaleras están relacionadas con el miedo al patíbulo. Antiguamente, debido a la gran altura que éste solía tener, había que usar una escalera de mano para colocar la soga en la posición correcta, así como para retirar después el cadáver del condenado. Cualquiera que pasara por debajo de la escalera corría el peligro de encontrarse con el muerto. De ahí viene la superstición. Viernes 13: Desde tiempos remotos, el número 13 ha sido fatídico, debido principalmente a la muerte violenta que sufrieron varios dioses decimoterceros de la Antigüedad y, ¡cómo no!, a la suerte del decimotercer invitado en la Última Cena de Jesús. Por otro lado, el viernes adquirió en el mundo sajón su reputación de día nefasto, debido a la muerte de Jesús. Obviamente, la coincidencia del número 13 y del día viernes no puede ser de peor agüero.

*Vicepresidente de CEIN-TUCUMAN
isaiasblas@hotmail.com

No hay comentarios: