sábado, 21 de julio de 2007

Mitos acerca de las armas de Fuego.


por Alberto Medina Méndez*


Se inició en nuestro país la aplicación de un plan gubernamental tendiente a la destrucción de armas de fuego, que consiste en la entrega voluntaria y anónima de armas de fuego y municiones, legales e ilegales a cambio de incentivos ( vaya eufemismo ) dinerarios.

Los ideólogos y mentores de esta norma sostienen que la sociedad civil debe descartar la idea de que armándose resolverá los problemas vinculados al delito y la conflictividad.

Mas allá de la improvisación e inmoralidad del planteo oficial que esconde múltiples aristas, es tiempo de plantear cuestiones de fondo que rodean al tema y que no se discuten siquiera, asumiendo como reales ciertas creencias instaladas en la sociedad, sin posibilidad de revisar premisa alguna.

Vivimos en sociedades ( buena parte del planeta lo piensa ) en las que se cree en el principio que dice que " a mayor cantidad de armas, mayor criminalidad". Por eso prosperan todas los sistemas de ideas que sostienen que "a mayor control menor violencia". Así las cosas se apela a que el Estado monte una maraña de regulaciones tendientes a regular el uso, portación, registro, compra y venta de armas de fuego.

El primer aspecto conceptual pasa por no advertir en la discusión que los que producimos violencia, la ejercemos o no, somos los seres humanos y no las cosas. Por eso, a estas alturas resulta importante aclarar que no hablamos del objeto "armas" sino de la conducta de los seres humanos respecto de ellas. NO se trata ya de armas si, armas no, sino de la libertad para disponer de ellas si o no.

Algunas estadísticas ayudan a visualizar las cosas de manera diferente. La nación mas segura y menos violenta del globo es Noruega. Paradójicamente es uno de los que mas armas por persona dispone, siendo por otra parte el que menor tasa de homicidios posee en el continente europeo por solo citar un ejemplo. Algún defensor del control de armas tal vez pueda intentar explicarlo seriamente con argumentos fiables.

Cabe consignar que alguna vez comulgue con esa visión. Sin embargo me he permitido revisar aquellas ideas, llegando a la conclusión de que no había forma de sostenerlo correctamente, sin caer en prejuicios generalizados o simplificaciones infantiles, carentes de demostración evidente.

La cuestión ideológica siempre es mas profunda que la visión resultadista. No deberían existir dudas acerca de que la libertad está por sobre todas las cuestiones, pero es posible que algo de esta línea argumental desdibuje ciertas creencias arraigadas que no tienen demasiado asidero.

Mas allá de las cuestiones utilitaristas de ciertos argumentos estadísticos aportados, ( siempre discutibles y opinables por cierto ), lo que no cabe dudas es que el derecho a la vida y a la propiedad se ven permanentemente vulnerados cuando tenemos restringidos los derechos a defenderla en cuanto alguien intenta quitárnosla. Las normas que pretenden proteger nuestros derechos, finalmente no hacen otra cosa que dejarnos indefensos.

Existe un típico discurso latino que es básicamente antinorteamericano. El mismo sostiene, en su habitual superficialidad, haciendo alarde de cierto conocimiento de la política de ese país respecto de esta cuestión de las armas. Con idéntica liviandad se dejan de lado las evidentes diferencias entre estados dentro de esa nación, dado su federalismo realmente ejercitado. Es cierto que se conocen de naciones como esas masacres ya famosas mundialmente. De hecho también han ocurrido en otros países también desarrollados. Todos ellos han quedado entrampados en recorrer el camino que nosotros pretendemos tomar hoy.

Para aquellos que caen en el juego de simplificar la cuestión planteando la problemática de EEUU como si ese país fuera el espejo en el cual uno debe mirarse, cabe recordar dos anécdotas que ilustran la situación en sociedades como aquellas, en las que la cuestión TAMPOCO esta resuelta aún.

El tristemente famoso estudiante extranjero armado Cho Seung-hui, en abril de 2007, que inició un tiroteo desenfrenado en un campus universitario y disparó contra mas de 50 personas, todas ellas DESARMADAS, asesinó a 32 de ellas antes de cometer suicidio. En enero de 2002, coincidentemente en Virginia, otro estudiante extranjero armado, esta vez Meter Odighizuwa inicia un tiroteo también desenfrenado en un ámbito académico, dispara y mata a 3 personas DESARMADAS, hasta que un estudiante ARMADO ( legalmente ) logra detenerlo. No amerita mas comentarios. Vale mucho mas sacar conclusiones propias.

El delincuente, el violento, el transgresor de las normas, el simple desquiciado, no dudará un instante en sobrepasar los limites legales para avanzar en su costado mas agresivo. No existe norma, ni ente planificador suficientemente eficaz para evitar que un ser humano acceda a herramientas para consumar sus actos violentos. No es así como frenaremos el delito. Muy por el contrario, el que esta dispuesto a transgredir reglas, siempre tiene el acceso habilitado, no importan las barreras o restricciones que pretendamos imponerle. El indefenso, por el contrario, es justamente el que ajustándose a derecho, no esta dispuesto a vulnerar normas, quedando así en desigualdad de condiciones para defender su vida, su libertad y su propiedad, debiendo optar finalmente entre cumplir las normas y ser blanco fácil de los malhechores, o bien es invitado a infringir la norma, sobrepasando limites morales que lo llevan a caer en delito para defenderse a si mismo y a los suyos.

En sociedades como las nuestras las armas blancas son tan letales como las de fuego, sin embargo a nadie se le ocurre controlar estas últimas. La violencia no disminuye porque tengamos ocurrentes ideas acerca de las cosas. La violencia tiene que ver con una actitud propia de los seres vivos y no de sus herramientas. Intentar corregir estas conductas indeseadas con voluntaristas leyes, con mas intervención del Estado, solo nos aleja del diagnostico. Es desconocer la esencia humana. Este tipo de visiones nos hace mas vulnerables a los no violentos, quedando siempre como rehenes de quienes nunca dudarán en aplicar la fuerza por cualquier medio, valiéndose del arsenal disponible para dañar a los otros.

El tema es complejo. Asumamos que es polémico. Discutirlo con superficialidad no nos acerca a la verdad. Muy por el contrario alimenta las condiciones para que los violentos triunfen, y para que no abordemos la problemática desde el lugar adecuado, es decir desde su origen y no desde sus consecuencias.

Por ahora, esta norma solo cumplió el rol de NO solucionar el problema, distraer la atención del tema central y ocupar otro espacio alrededor de los mitos acerca de las armas de fuego.

*Licenciado

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