domingo, 12 de agosto de 2007

Algo bueno (por ahora)


Por Alberto Asseff*

Reconozco que hice un esfuerzo, pero hay algo bueno para destacar. Con disculpas, ante la desnutrición de los aborígenes del Chaco, el clientelismo, vía la "gran billetera", desmadrado y abrumador, la manipulación de índices y encuestas para esconder la inflación, la inseguridad azotadora, la disgregación ciudadana, manifiesta en la pululación del conflicto social, el centralismo a tal grado que Rivadavia se refigura como paladín de las autonomías, la coparticipación manejada con discrecionalismo monárquico. la impunidad de la corrupción, el tamaño, el sobrecosto y la infinita ineficiencia de la burocracia, la obsoleta confrontación con el campo, la suciedad televisiva, el creciente endeudamiento público, la desinversión en infraestructura, en exploración petrolífera y en gas, a pesar de los pomposos anuncios, la justicia que acumula papeles, pero que no pronuncia oportunos fallos, los 180 días de clases que se retacean por aquí y acullá, el país ganadero desplazado por Brasil y Uruguay y que ahora clama por una vaquillona preñada y cien padeceres más, que se sintetizan en el contrasentido de un país rico que fabrica pobreza y que flagela a la clase media.

Empero, no puedo con el genio optimista. No deseo abordar hoy ninguna de esas oscuridades que nos acechan y que se enuncian no exhaustivamente en el párrafo precedente. Hoy le toca turno a una nota buena(por el momento).

GANE QUIEN GANE ¿GANAMOS?
Obviamente este subtítulo y su interrogante tienen validez si no se infiltra la mentira. Lo que digo es que cualquiera de los tres candidatos principales, Elisa Carrió, Cristina Fernández o Roberto Lavagna -por orden alfabético- implicará un salto de calidad, una mejora, por lo menos del aire ambiente.

Los tres son más institucionalistas que lo que hoy rige. Da la impresión que los tres son más prolijos y más abiertos a la cultura del país y del mundo. Digo primero del país, porque sigue rondando una falsa idea de que la Argentina con el actual presidente se aisló de la política internacional. En realidad, el presidente se encapsuló en un estrecho cenáculo y casi no ha tenido diálogo hacia adentro de la Argentina profunda. Porque nadie lealmente puede sostener que concurrir a los actos armados por los intendentes-punteros significa embeberse de pueblo o adentrarse en las ansiedades y esperanzas de nuestra gente.

Los tres prometen más respeto. Si algo necesitamos es eso, respetarnos y que nos respeten. Todos son productivistas, pero cuidadosos de las finanzas ordenadas y superavitarias.

Los postulantes comparten otra nota distintiva de anteriores circunstancias electorales: a sus candidaturas convergen fuerzas diversas que se conciertan. Ello, por ahora, es bueno porque supone apertura de esos cercos otrora impenetrables de los partidos cerrados. Los amenaza, a los tres, la incoherencia, pero si ejercen sus liderazgos podrán galvanizar esa convergencia y darle una directriz clara y así reformar la política, algo que la Argentina pide a gritos.

MAS INSTITUCIONALIDAD
Lo de más institucionalidad no es asunto banal o retórico. Si de verdad se busca y aspira a una Argentina realmente institucional, tendremos mejor Consejo de la Magistratura, ningún superpoder, una compilación legislativa que termine con la actual maraña, voto electrónico, reducción de la lista sábana, política más capacitada y menos nepótica, policía más profesionalizada. Todo será mejor porque las instituciones empezarán a valer más que los hombres que desempeñan su dirección. La institucionalidad es una cultura y como tal requiere de aprendizaje y de entrenamiento a partir de poner metas y cumplirlas. El nuevo paradigma, del próximo turno de gobierno, debería ser que la ley está para cumplirla y las instituciones prevalecen a los hombres.

Si la ley transita del plano proclamativo para devenir en norma efectiva, tendremos un país que sepulta al ¡viva la Pepa!, con consumidores que exigen y autoridades que controlan y regulan, con una Administración que abandona su condición de botín para los acomodados políticos para transformarse en el ámbito idóneo para gobernar al país. Habrá más gestión y menos politiquería.

La Policía, como la Justicia, serán órganos eficaces para prevenir delitos y en su caso para repararlos. Todo está subordinado a una mutación de la actitud de los nuevos gobernantes. Si al llegar -y desde ahora, en sus campañas- dan señales de que en la Argentina venidera no dará lo mismo ser derecho que atravesado, ser capaz que "burro", ser patriota que importarle un rábano el país, ser sensible a las necesidades de los hermanos compatriotas que indiferente e insolidario, entonces nuestro país vivirá un tiempo de felicidad interior y de prosperidad real.

Lo importante es el rumbo hacia el país serio que en vez de repartir migajas a troche y moche hace cloacas, redes de agua y viviendas sociales. Y en lugar de declamar democracia y derechos los practica con unción institucionalista. Porque los derechos humanos, aquí y ahora, tienen los rostros de 11 millones de pobres, de ellos casi dos millones de indigentes, comenzando por esos 30 mil hermanos aborígenes de Chaco y Formosa. Señores jueces y fiscales: ¡a promover acciones para amparar a estos argentinos hasta que accedan al gobierno nacional quienes prometen sepultar a la ineptitud, la incapacidad y la mala política!

*Presidente de UNIR
Unión para la Integración y el Resurgimiento

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