lunes, 20 de agosto de 2007

Algunos progresos en la economia mexicana


Ricardo Lecumberri*
No se puede negar la mejoría de los ingresos de los mexicanos, sobre todo de los más pobres. Sin embargo, es innegable que la expansión del consumo no puede darse si no existe una mejora real en los ingresos de las personas, y que para mantener funcionando el círculo virtuoso inversión-empleo-consumo, aún es necesaria tanto la apertura de canales para mejorar la productividad y competitividad de la industria, como la eliminación de monopolios.
De acuerdo con la recién publicada Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), el ingreso corriente monetario promedio de los hogares mexicanos en 2006 fue de $8,912 mensuales, monto 12.2% mayor al registrado en el año 2000, lo que significa que en todo el sexenio pasado el ingreso de las familias mexicanas creció 12.2% en términos reales, una expansión promedio de 2% al año.
Lo interesante que revela la nueva ENIGH es que tuvieron que pasar dos sexenios completos (1995-2006) para que los hogares mexicanos pudieran recuperarse de la pérdida del 31.5% de su ingreso que ocasionó la última gran devaluación de la moneda local a mediados de los años noventa. Así, el ingreso promedio de los mexicanos en 2006 fue apenas un 0.9% mayor que el de 1994. Pero mayor, finalmente.
Más todavía: De manera desagregada, la recuperación del ingreso fue más rápida en los hogares con menores ingresos: En 2006, el ingreso corriente monetario para el 10% de los hogares más pobres aumentó en términos reales 23.7% respecto a 1994. En contraste, el ingreso del 10% de los hogares más ricos disminuyó 9.2% en términos reales entre el periodo de 1994 y 2006, único decil de la población que mostró crecimiento negativo entre estos periodos, lo cual sugiere que la recuperación en el ingreso ha favorecido más en términos relativos a los que menos tienen.
Por otra parte, el gasto corriente monetario promedio de los hogares mexicanos en 2006 fue de $7,690 mensuales, monto 12.6% mayor al registrado en el año 2000, lo que significa que en todo el sexenio pasado el consumo de las familias creció 12.6% en términos reales, una expansión promedio de 2.1% al año.
Al igual que con el ingreso, en materia de consumo tuvieron que pasar dos sexenios completos (1995-2006) para que los hogares mexicanos pudieran recuperarse del efecto que ocasionó la última gran devaluación a mediados de los años noventa. Hasta apenas el año pasado las familias mexicanas pudieron comprar un 5.8% más de lo que compraban doce años antes.
De manera desagregada, la recuperación del consumo fue más rápida en los hogares menos acomodados: En 2006, el gasto corriente monetario para el 20% de los hogares más pobres aumentó en términos reales 17.1% respecto a 1994. En contraste, el consumo del 20% de los hogares más ricos aumentó apenas un 0.8% en términos reales entre el periodo de 1994 y 2006, lo cual sugiere, al igual que con los ingresos, que la recuperación en el consumo ha favorecido más en términos relativos a los que menos tienen.
Más todavía: En 2006, el 20% de los hogares más pobres aumentó su consumo en vivienda, salud, transporte y educación en general, en mayor medida que el 20% de los hogares más ricos. Respecto a 1994, destaca en particular la recuperación real de los hogares en cuanto a su consumo en vivienda (6.2%), cuidados médicos y conservación de la salud (2.7%), transporte (24.5%), educación (3.9%) y artículos para el cuidado personal (32.2%).
La recuperación en general del ingreso y gasto de las familias mexicanas se aprecia también en la contundente mejora de su calidad de vida; en concreto, en el equipamiento de su vivienda. En el año 2000, menos de siete de cada diez viviendas contaban con refrigerador, pero hoy son casi ocho las que lo tienen. Hoy en día, cerca de una quinta parte del total de hogares poseen una computadora, mientras que en el 2000 eran menos del 10%. En general, hay más familias ahora que pueden adquirir bienes como lavadoras y televisiones o servicios como energía eléctrica y drenaje que antes no podían. Incluso sus viviendas son construidas con mejores y más resistentes materiales.
Los resultados presentados en esta serie se deben a que en los últimos doce años se abrió la economía mexicana más de un 90%, se integró plenamente al ritmo de producción industrial estadounidense expandiéndose casi un 50%, disminuyó la inflación a niveles del 3%, la política económica ha favorecido decididamente la estabilidad, y, por supuesto, el envío de remesas que antes de este año crecía a una tasa anual del 20%.
No se puede negar la mejoría de los ingresos de los mexicanos, sobre todo de los más pobres. Sin embargo, es innegable que la expansión del consumo no puede darse si no existe una mejora real en los ingresos de las personas, y que para mantener funcionando el círculo virtuoso inversión-empleo-consumo, aún es necesaria tanto la apertura de canales para mejorar la productividad y competitividad de la industria, como la eliminación de monopolios, protección gubernamental y demás tratos preferenciales para mejorar el bienestar de los consumidores.

*Diario Exterior (España)

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